Juan Carlos I amenazó a su hijo con regresar a Zarzuela para morir

Un deseo íntimo del emérito reaviva tensiones silenciosas dentro de la familia real

En los últimos meses, la conversación en torno al final de la vida de Juan Carlos I ha vuelto a ocupar espacio en los círculos políticos y familiares. Desde su marcha a Abu Dabi en 2020, el rey emérito ha dejado claro en más de una ocasión que su voluntad es regresar a la Zarzuela, el que fue su hogar durante décadas y el escenario principal de su trayectoria pública, para pasar allí sus últimos días. Para él, la Zarzuela no es solo una residencia, sino un símbolo de identidad, un anclaje emocional y el lugar donde siente que pertenece.

Según fuentes cercanas, Juan Carlos habría transmitido a su entorno más íntimo, y especialmente a su hijo, el actual rey Felipe VI, que desea morir en España y que, si no se le permite instalarse de forma estable, regresará por su cuenta cuando su salud empiece a deteriorarse de forma irreversible. Esta declaración, interpretada casi como una amenaza, no nace de la confrontación, sino del sentimiento de desarraigo que ha marcado sus años de exilio voluntario.

Para el emérito, morir fuera de España sería una derrota personal. Considera que, pese a los escándalos y la presión mediática que precipitaron su salida, su papel histórico merece una despedida en el país al que sirvió durante décadas. Y esa despedida, en su opinión, solo tiene sentido si ocurre en la Zarzuela.

Felipe VI y una negativa llena de preocupación

La postura de Felipe VI, sin embargo, es firme y responde a una mezcla de responsabilidad institucional y protección familiar. Aunque el rey mantiene una relación cordial con su padre, no comparte la idea de que la Zarzuela sea el lugar adecuado para su fallecimiento. Para Felipe, permitir el regreso permanente del emérito podría reavivar polémicas, abrir viejas heridas y poner en riesgo la estabilidad de la Corona en un momento especialmente delicado.

Más allá del impacto público, también existe una preocupación personal: Felipe teme que su padre asocie su final a un espacio cargado de tensión reciente, donde las decisiones más difíciles de la familia se han tomado durante los últimos años. Prefiere que Juan Carlos pase sus últimos días en un entorno íntimo, más tranquilo y desconectado de la presión institucional.

El desacuerdo, aunque silencioso, es profundo. Juan Carlos insiste en volver a su casa. Felipe insiste en que su despedida no debe convertirse en un gesto político. Así, padre e hijo continúan navegando un conflicto emocional que revela tanto la fragilidad humana como el peso del legado que ambos cargan.