Jaime de Marichalar no mantiene ninguna relación con su suegra, la reina Sofía, por una mentira no perdonada

Jaime de Marichalar mintió sobre su vida y eso no le gusto a Sofía

Desde su divorcio de la infanta Elena, Jaime de Marichalar ha mantenido una relación distante con su exsuegra, la reina Sofía. Esta separación no solo se debe a la ruptura matrimonial, sino también a una serie de eventos y decisiones que han marcado la relación entre ambos.  

 Uno de los factores más significativos en esta distancia es una mentira que Jaime de Marichalar nunca pudo superar a los ojos de la reina Sofía. Se dice que Marichalar infló su currículum, presentándose como economista cuando en realidad no lo era. Esta falsedad, descubierta con el tiempo, generó una profunda desconfianza en la reina, quien nunca pudo perdonar completamente esta falta de honestidad.  

A diferencia de otros casos en la familia real, Jaime de Marichalar no aceptó ninguna compensación económica tras su divorcio de la infanta Elena. Esta decisión lo diferencia notablemente de Iñaki Urdangarin, quien sí recibió apoyo financiero tras su separación. Marichalar, monárquico convencido, siempre ha mantenido una postura de respeto hacia la familia real, evitando cualquier comentario negativo a pesar de tener motivos para hacerlo.  

 A pesar de su distanciamiento con la reina Sofía, Jaime de Marichalar ha mantenido una relación cordial con otros miembros de la familia real. Su respeto por la institución y su discreción han sido constantes, evitando cualquier escándalo o declaración que pudiera perjudicar a la monarquía. Sin embargo, la herida causada por la mentira inicial y la falta de una relación cercana con la reina Sofía han dejado una marca indeleble en su vínculo con la familia.  

 Jaime de Marichalar se casó con la infanta Elena por interés 

Jaime de Marichalar fue el primer miembro de la familia real en llegar por matrimonio. Su aceptación fue aparentemente muy cordial. Sus maneras ceremoniosas y su estilo clásico parecían encajar a la perfección en un yerno de los reyes. Sin embargo, al poco tiempo de anunciarse el compromiso, empezaron a surgir las diferencias. 

 Doña Sofía, sobre todo, nunca estuvo convencida de aquel matrimonio, según explicaba hace unos años en su libro «Sofía: nuestra reina», la periodista Carmen Enríquez. Pensaba que no era una unión por amor, sino guiada por otros intereses, quizá la relevancia social que conllevaba ser miembro de la familia real. Además, nunca le gustó la manera en la que Jaime de Marichalar se comportó con la Infanta durante sus años de matrimonio y la mala convivencia ocasionada por sus distintos modos de vida. 

La vida después del divorcio de Jaime y Elena  

Ambos retomaron sus vidas. Doña Elena, la hípica y su relación con sus amigos de toda la vida, entre ellos Rita Allendesalazar, que fue su gran apoyo. Su vida era sencilla. Jaime de Marichalar ha sido, sobre todo, discreto. Se deja ver en los toros, en la ópera, en vacaciones en Ibiza y en los desfiles de moda en París, con su hija Victoria, y conserva su puesto en varios consejos de administración a los que accedió durante su vida como miembro de la familia real. Es además asesor de LVMH, el conglomerado de marcas de lujo que preside su amigo Bernard Arnault. 

Durante los primeros años, sin embargo, las relaciones entre el exmatrimonio fueron tensas y llegaron a chocar incluso en la forma de educar a sus hijos. Doña Sofía y Jaime de Marichalar coincidieron en la boda de los duques de Huéscar, Fernando Fitz-James Stuart y Sofía Palazuelo, y dicen quienes lo presenciaron que su actitud fue fría: un simple apretón de manos