Irene Urdangarin tiene a su madre, la infanta Cristina, desquiciada

Tensión creciente entre madre e hija en un momento delicado para la familia Urdangarin

Irene Urdangarin ha pasado de ser la hija discreta de los exduques de Palma a convertirse en el mayor quebradero de cabeza de la infanta Cristina. La joven no logró entrar en la escuela de hostelería en Suiza, un golpe duro que marcó el principio de su declive académico. Desde entonces, ha tomado decisiones que su entorno más cercano considera erráticas. Entre malas compañías y fiestas constantes, Irene parecía estar más perdida que nunca.

Tras el fracaso suizo, su madre intentó reconducir su rumbo. Pensó en un internado estricto, lejos de tentaciones. Pero ni su hija ni su exmarido, Iñaki Urdangarin, lo permitieron. Fue entonces cuando apareció la opción de Oxford, donde Irene se matriculó en Gestión Hotelera. Parecía una buena salida. Una oportunidad para rehacerse. Sin embargo, esa etapa no está saliendo como esperaban.

Cristina, preocupada por el rumbo de su hija

La infanta Cristina está al límite. Las noticias que recibe desde Londres no podrían ser peores. Irene ha cambiado los libros por las fiestas y las clases por las discotecas. Según fuentes cercanas, su rendimiento académico ha caído en picado. Sus notas son muy bajas, y rara vez pisa las aulas. Prefiere las noches largas, de jueves a domingo, que las jornadas de estudio.

Su hermano Juan fue quien dio la voz de alarma. Él mismo ha advertido a su madre de que Irene va por mal camino. Las amistades que ha hecho en Londres no ayudan. Son personas más centradas en la vida social que en sus estudios. Eso ha influido mucho en ella. Hasta el punto de que ya no queda rastro de la joven disciplinada que un día quiso dedicarse a la hostelería.

La infanta Cristina está desesperada. Intentó poner límites, incluso recuperar la idea del internado, pero se encontró con el rechazo frontal de Irene. También Iñaki se negó. Ahora, la madre observa desde la distancia cómo su hija menor se aleja de todos los planes que tenía para ella. Y lo peor es que no parece dispuesta a cambiar. Irene Urdangarin se ha convertido, para su madre, en un problema sin solución.