Irene Urdangarin ha necesitado ayuda médica en Londres por un cuadro de adicción

Irene atraviesa un momento delicado lejos de España y cuenta con el apoyo discreto de su familia

La hija de la Infanta Cristina y de Iñaki Urdangarin no atraviesa su mejor momento. Según ha podido saberse, Irene Urdangarin ha requerido atención médica en Londres a raíz de un cuadro de adicción relacionado con las compras compulsivas. Aunque su entorno ya era consciente de esta conducta desde hace tiempo, en los últimos meses la situación se ha agravado.

Bolsos de firmas exclusivas, ropa de lujo silencioso y caprichos de miles de euros se han convertido en parte habitual de su vida. La joven lleva años asistiendo al psicólogo, pero ha sido en Londres —ciudad donde ahora reside— donde se ha disparado su necesidad de comprar como vía de escape emocional. En Ginebra, donde vivió anteriormente, la situación estaba más controlada. Sin embargo, durante sus estancias en Madrid ya había mostrado signos de recaída.

Una herencia familiar con consecuencias

El gusto por la moda y los complementos de alta gama no es ajeno a su entorno familiar. Su madre, la Infanta Cristina, ha renovado su imagen tras el divorcio de Iñaki Urdangarin. Sin estridencias ni logos evidentes, Cristina ha adoptado el llamado “lujo silencioso”, ese que habla sin decir nada, y que deslumbra por su discreción. Vestidos asimétricos, chal beige y bolsos icónicos como el Chanel 2.55 o el Garden Party de Hermès forman ya parte de su estilo.

Precisamente, ese gusto refinado por los accesorios más codiciados parece haber influido en Irene. Desde hace tiempo, se la ha visto luciendo piezas muy similares, incluso idénticas, que en ocasiones podría haber tomado prestadas del vestidor de su madre. Aunque no hay nada de malo en querer vestir bien, en su caso la adicción a las compras ha llegado a convertirse en una vía para llenar vacíos emocionales.

Por ahora, la joven está siendo tratada por especialistas. Su familia permanece a su lado, discretamente, tratando de ayudarla sin hacer ruido. Lo importante, aseguran diversas fuentes es que Irene ha aceptado que necesita ayuda y está dispuesta a seguir el tratamiento. Una decisión valiente, en un entorno donde el silencio pesa más que las palabras. El reto ahora es que aprenda a gestionar sus emociones sin recurrir a las compras como refugio.