Froilán explica a sus primos que los lapsus de memoria del abuelo van a más

El empeoramiento de Juan Carlos I preocupa a sus nietos

En Abu Dabi se vive una realidad que no aparece en ninguna foto. Lejos de España, Juan Carlos I atraviesa un momento que preocupa cada vez más a su familia. Y es Froilán, sin buscarlo, quien se ha convertido en los ojos y oídos de los Borbón sobre el verdadero estado del emérito. El nieto más rebelde es ahora el que asume el papel de acompañar a su abuelo en el día a día. Él es quien lo ve levantarse con dificultad, quien le sostiene el brazo cuando duda, quien le ayuda a recordar pequeños detalles que antes no se le escapaban. Froilán está viendo cómo el Rey que se comía el mundo se pierde en su propia mente.

Los despistes se han convertido en rutina. No es que Juan Carlos I olvide nombres lejanos, es que a veces se queda en blanco en mitad de una frase o repite la misma pregunta varias veces sin darse cuenta. Froilán intenta no alarmar a sus primos, pero tampoco quiere engañarlos. Y por eso, en cada llamada a Victoria Federica o a los Urdangarin, les cuenta con calma que el abuelo “ya no es el de antes”.

Froilán no reconoce a su abuelo

El emérito es consciente de lo que está pasando y eso lo está destrozando. Siempre fue un hombre de carácter, seguro, rápido con la palabra. Ahora, hay momentos en los que no reconoce a personas de toda la vida o confunde rostros cercanos. Y cuando la lucidez vuelve, llega la frustración. Una mezcla de rabia y tristeza que se refleja en su mirada cada vez que se da cuenta de que está perdiendo el control.

Froilán lo ve todo. Ve cómo el ánimo de Juan Carlos I se hunde cuando su memoria le falla. Cómo su abuelo se queda mirando al vacío, buscando recuerdos que no encuentra. Y sabe que no puede hacer nada más que estar ahí, ayudarle a levantarse de la silla, llevarle a pasear por Abu Dabi y avisar a la familia de que el tiempo está haciendo su trabajo.

Así pues, mientras Juan Carlos I sigue intentando mantener su rutina, Froilán se ha convertido en el puente que conecta la realidad del abuelo con la familia Borbón. Con cada audio, cada mensaje y cada llamada, comparte una verdad que ya no se puede ocultar: el Rey se está apagando, y esta vez no hay forma de evitarlo.