Froilán cuenta al resto de primos que el abuelo está cada vez peor

La salud de Juan Carlos I se deteriora lejos de España mientras Felipe VI enfrenta la difícil realidad familiar

La familia real española atraviesa uno de sus momentos más difíciles. Juan Carlos I, el rey emérito, sigue alejado de España, pero su estado de salud preocupa cada vez más a los suyos. En la última aparición pública en Sanxenxo, fue necesario adaptar el velero Bribón para que pudiera navegar sentado, una imagen que refleja su delicada situación. La movilidad del antiguo monarca se ha visto muy limitada y los expertos aseguran que acabará sus días en silla de ruedas.

Felipe VI carga con una pesada responsabilidad. El rey tiene que anteponer la corona a todo, incluso a su propia familia. Hace años, tomó decisiones duras para proteger la institución. Obligó a su padre a abdicar y apartó a otros miembros de la familia de funciones oficiales. En 2020, en plena pandemia, decidió que Juan Carlos I debía exiliarse en Abu Dabi para evitar que sus escándalos dañaran más la imagen de la monarquía. Desde entonces, el emérito ha vivido lejos, y aunque viaja con libertad, no volverá a residir permanentemente en España.

Una soledad dolorosa y un futuro complicado

Las infantas Elena y Cristina son quienes más visitan a Juan Carlos I en Emiratos Árabes. Han viajado más de 60 veces en cinco años para acompañar a su padre. Sin embargo, la avanzada edad y las múltiples operaciones en rodillas y cadera han pasado factura. Su artritis es muy grave y la movilidad de su pierna izquierda está prácticamente perdida. Los médicos le han comunicado una realidad dura: terminará en silla de ruedas, algo que le duele profundamente.

Felipe VI vive con tristeza esta situación. Ver a su padre así, lejos, y sin poder estar cerca, le causa un dolor inmenso. La realidad es que Juan Carlos I terminará sus días solo, a miles de kilómetros de España. Su funeral probablemente no será de Estado y podría no descansar junto a sus padres en la cripta real por falta de espacio. La monarquía española vive un capítulo complejo, donde el deber y la familia chocan de forma inevitable. El peso del legado y la soledad marcan el ocaso de un reinado que cambió para siempre la historia de España.