Felipe VI y Letizia no están juntos, llegaron a acuerdos que incluyen a terceras personas

Los Reyes de España han acordado vivir separados

La relación entre Felipe VI y la reina Letizia atraviesa un punto de no retorno. Lo que comenzó como un proyecto común terminó convirtiéndose en un vínculo puramente institucional, sostenido únicamente por el compromiso con la Corona y el futuro de sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Hoy, el matrimonio es solo una fachada necesaria para preservar la estabilidad de la monarquía española.

Un pacto para mantener la apariencia

Fuentes cercanas al entorno real aseguran que, tras años de tensiones y desencuentros, los monarcas habrían sellado un acuerdo para vivir separados sin recurrir al divorcio. Esta decisión respondería a la voluntad de evitar un impacto negativo en la imagen de la institución, siguiendo la línea discreta que ya adoptaron otros miembros de la familia en el pasado. De este modo, cada uno mantiene su espacio y sus rutinas, limitando sus encuentros a los actos oficiales donde la unidad resulta imprescindible.

El entendimiento alcanzado no solo define los términos de su convivencia pública, sino que también establece límites claros para su vida privada. Así, Felipe y Letizia pueden avanzar en direcciones distintas sin interferir en los compromisos comunes que su cargo exige. Como cuenta Pilar Eyre, no son más que un equipo de trabajo, son profesionales y en la vida privada dejan de lado toda convivencia.

Terceras personas y un nuevo equilibrio

Otro punto clave del pacto habría sido la aceptación de terceras personas en sus vidas. Siempre con discreción, ambos habrían abierto la puerta a relaciones que les permiten recuperar una parcela de intimidad perdida durante años. Este delicado equilibrio marca el presente de una pareja que dejó atrás los afectos, pero que sigue unida por el deber y el futuro de la Corona.

La realidad es que el matrimonio sentimental entre Felipe VI y Letizia pertenece al pasado. Hoy solo queda un proyecto compartido por necesidad, donde las emociones han sido reemplazadas por acuerdos, reglas y respeto a las apariencias.

Así pues, los reyes de España transitan caminos paralelos: separados en lo personal, pero unidos por la obligación de garantizar la continuidad y la imagen de la monarquía ante un país que observa cada uno de sus pasos.