Felipe VI tiene un vicio poco sano que hace a escondidas de Letizia que conocen sus escoltas
Un hábito secreto del rey que desafía las estrictas normas de Zarzuela.
La representación de Felipe VI generalmente se vincula con la de un monarca excepcional, serio y dedicado a sus obligaciones. No obstante, tras la apariencia impecable de quien encabeza la monarquía española, reside un hábito que asombra por su simplicidad y su naturaleza secreta. Un deleite secreto que implica algo tan ordinario como unos donuts de chocolate y una huida forzada.
A medida que su esposa, la reina Letizia, ha instaurado un estilo de vida y alimentación saludable en Zarzuela, el rey ha hallado un método para interrumpir esa rutina, aunque sea por unos instantes, en una peculiar tradición que solo sus guardaespaldas habían conocido hasta el momento.
La huida del monarca
Felipe VI, reconocido por su disciplina y su dedicación a la tarea, no está libre de experimentar momentos de debilidad. De acuerdo con fuentes próximas, el monarca posee una costumbre que, a pesar de ser inofensiva, transgrede por completo las rigurosas normas establecidas en Zarzuela por Letizia.
Ocasionalmente, el monarca aprovecha para realizar una huida hacia una gasolinera próxima a El Pardo. En ese lugar, adquiere donuts de chocolate, una comida totalmente prohibida en el palacio por las políticas de alimentación de su esposa. Lo inusual de esta circunstancia no radica únicamente en que un monarca ingiere bollería industrial, sino que lo haga de forma tan detallada para prevenir ser descubierto.
Una vez comprados los donuts, Felipe VI se acomoda en su vehículo, protegido por su equipo de seguridad, y disfruta del delicioso placer mientras se encuentra aparcado en un sitio discreto. El instante es corto, pero adecuado para que el monarca tenga un respiro en medio de su agenda recargada. Después de ingerir los donuts, vuelve al palacio con la misma paz habitual, como si nada hubiese sucedido.
La alimentación disciplinaria de Letizia
El motivo de esta "clandestinidad" no es más que la rigurosidad con la que Letizia gestiona la nutrición en Zarzuela. Desde que ingresó a la Casa Real, la reina consorte ha promovido con fervor un modo de vida sano. Las despensas palaciegas están llenas de quinoa, legumbres, vegetales y alimentos ecológicos, en cambio, el azúcar y los productos altamente procesados han sido casi descartados.
Ya no se reciben las visitas al palacio con café y pastas, como se solía hacer, sino con infusiones y frutas frescas. Esta perspectiva no solo refleja una inquietud por la salud, sino también la percepción que Letizia aspira a transmitir como una reina contemporánea y consciente de su influencia en las costumbres de los que la rodean.
En este escenario, el amor de Felipe VI por los donuts de chocolate se convierte casi en un gesto de rebeldía. A pesar de ser trivial, su pequeño secreto muestra cómo incluso personalidades públicas tan destacadas hallan maneras de mantener su singularidad en un ambiente tan regulado. El comportamiento de Felipe VI puede parecer trivial, pero nos señala que, más allá de su estatus de monarca, también es un individuo con preferencias, defectos y un que si otro gusto culposo como todos los demás.