Felipe VI pide a su hermana que controle los negocios de Iñaki Urdangarin
La infanta Cristina debe tener muy vigilado lo que hace su exmarido
Los últimos movimientos de Iñaki Urdangarin han encendido todas las alarmas en Casa Real. El ex duque de Palma intenta recuperar protagonismo, levantar una nueva vida pública y presentarse como empresario de éxito. Ha viajado a Catar y Suiza, se ha reunido con inversores, ha lanzado una empresa de coaching y hasta prepara un libro de autoayuda en el que convierte su paso por la cárcel en relato de superación.
Y es que nada de esto parece inocente. En Zarzuela temen que detrás de estos planes se esconda un riesgo evidente: que cualquier movimiento irregular termine arrastrando de nuevo a la institución al barro del escándalo. Felipe VI lo sabe. Ha vivido en primera persona lo que significa el caso Nóos y no está dispuesto a repetirlo. Pero la situación va más allá: en su entorno se comenta que Juan Carlos I estaría financiando los acuerdos económicos del divorcio de Cristina como forma de mantener callado a Iñaki, y que incluso podría estar utilizándolo como palanca para presionar por su regreso definitivo a España.
Plan de contención para Urdangarin
De este modo, el rey ha optado por un movimiento estratégico: pedir a su hermana que actúe de contención. Pese al desgaste, la infanta Cristina conserva cierto vínculo con Urdangarin. Hablan lo justo, se entienden lo suficiente. Y esa relación, frágil pero real, es ahora la herramienta que necesita Felipe para evitar un nuevo dolor de cabeza institucional.
La realidad es que el encargo llega en un momento de máxima tensión familiar. Cristina no ha escondido su apoyo al emérito. Se ha alineado en ocasiones con Elena, respaldando las maniobras del padre: desde la denuncia contra Miguel Ángel Revilla hasta la publicación de unas memorias que lo presentan como un monarca traicionado. Aun así, la infanta sabe que aceptar este papel puede devolverle un lugar del que llevaba años apartada. Tras el escándalo del caso Nóos vivió en la sombra, señalada y apartada. Hoy, de nuevo, vuelve a contar.
Así pues, Cristina también tiene sus propios motivos para moverse. Quiere proteger a sus hijos, blindarse frente a los errores de su exmarido y, al mismo tiempo, marcar territorio frente a Letizia, con quien nunca ha tenido una relación fluida. El futuro de Urdangarin es incierto, pero el rey ha dejado claro que lo que está en juego no es él, sino la estabilidad de toda la monarquía.