El Príncipe Harry se ha negado a pedir perdón públicamente a su hermano
El Príncipe Guillermo le exige una disculpa pública a su hermano
El príncipe Harry no contempla, ni por un instante, la posibilidad de pedir perdón públicamente a su familia. Quienes conocen su estado de ánimo aseguran que para él esa exigencia sería un acto humillante e injustificado. “No he ido aireando mis problemas con los Windsor”, habría comentado en su círculo más íntimo, convencido de que no debe exponerse en público para demostrar nada. Y mucho menos, recalcan, regalarle ese momento a su hermano, el príncipe Guillermo, que insiste en un gesto de disculpa como condición para su regreso.
Y es que Harry defiende que su intención nunca ha sido dinamitar los cimientos de la Casa Real británica. Él sostiene que sus decisiones, por polémicas que fueran, respondieron a la necesidad de proteger su vida y la de su familia. Por eso no acepta que se le imponga un escenario que, a su juicio, alimentaría el relato de que es él quien debe rendir cuentas, mientras otros quedan indemnes ante años de tensiones acumuladas.
Harry no se humillará ante nadie
De este modo, el hijo menor de Carlos III ha marcado un límite: no pedirá nada, no exigirá nada. Solo quiere ser aceptado de nuevo, paso a paso, para recuperar la normalidad perdida en Buckingham Palace. En su mente, la reconciliación debería construirse en privado, lejos de los focos, sin discursos calculados ni gestos teatrales que solo alimentarían la controversia.
La realidad es que esa postura complica los esfuerzos del Rey por acercar posiciones entre sus hijos. Carlos III, decidido a apaciguar las aguas, observa cómo el orgullo y las heridas pasadas bloquean cualquier intento de tregua. La firmeza de Guillermo, que exige garantías públicas para proteger la imagen de la monarquía, choca de frente con el silencio desafiante de Harry.
Así pues, el regreso del duque de Sussex a la vida oficial británica se presenta como un rompecabezas que nadie sabe cómo resolver. Mientras Harry mantiene que su dignidad no está en venta, Guillermo refuerza sus líneas rojas, y el Rey busca un equilibrio casi imposible. El tiempo dirá si esta distancia acaba por solidificarse o si, finalmente, prevalecerá el vínculo familiar sobre el orgullo y los viejos agravios.