El príncipe Harry celebra su cumpleaños en soledad junto a Meghan y sus hijos
Ni Carlos III ni el Príncipe Guillermo han felicitado a Harry
El príncipe Harry ha soplado 41 velas en un ambiente tan íntimo como revelador de su realidad actual. El hijo menor de Carlos III ha pasado su aniversario en Montecito, rodeado únicamente de Meghan Markle y de sus pequeños Archie y Lilibet. Sin grandes gestos ni presencias inesperadas, la fecha ha sido un reflejo del momento que atraviesa: lejos de su familia, pero decidido a sostener el refugio que ha creado en California.
Y es que, según fuentes británicas, no hubo llamadas ni mensajes desde Londres. Ni su padre, el rey Carlos III, ni su hermano, el príncipe Guillermo, habrían enviado felicitación alguna al duque de Sussex. Un silencio que muchos ven como la confirmación de que las relaciones entre Harry y el resto de los Windsor siguen congeladas. A pesar de los intentos de acercamiento en los últimos meses, los desencuentros, los libros y los reproches públicos pesan demasiado para que la herida cicatrice.
Carlos III decide mantener las distancias con su hijo
De este modo, el cumpleaños se convierte en un símbolo de distancias. Mientras en Montecito se preparaba una discreta comida familiar, en Buckingham todo parecía seguir su curso habitual, sin mención alguna al aniversario del hijo rebelde. La ausencia de gestos ha dolido, admiten allegados del duque, que esperaba al menos un mensaje breve de cortesía de parte de su padre, del que se sabe que quiere recuperar la relación con su hijo Harry.
La realidad es que, aunque es cierto que hubo una breve reunión entre Harry y Carlos III hace unas semanas en Londres, el encuentro no logró el efecto esperado. Hablaron, sí, pero no alcanzaron ningún punto firme de reconciliación. Las tensiones persisten, y cada movimiento se mide con cautela para evitar nuevos desencuentros.
Así pues, el 41 cumpleaños de Harry deja un poso agridulce: celebra su vida con la mujer y los hijos que ha elegido, pero siente el peso de los vínculos rotos con su padre y su hermano. Su refugio californiano le ofrece calma, pero no llena del todo el vacío que deja una familia real que, por ahora, sigue manteniendo las distancias.