El Príncipe Guillermo ha roto su promesa a Isabel II y a Carlos III.
Guillermo va a complicar y presionar para que Harry no vuelva a casa
El príncipe Guillermo ha tomado una decisión que rompe de manera frontal la promesa que en su día hizo tanto a su abuela, la reina Isabel II, como a su padre, el rey Carlos III. Años atrás, cuando la crisis con el príncipe Harry apenas comenzaba, Guillermo se comprometió a facilitar un eventual regreso de su hermano al seno de la familia real británica. Sin embargo, la realidad actual es muy distinta: el heredero al trono no quiere saber nada de reconciliaciones y ha decidido cerrar la puerta a cualquier posibilidad de reencuentro.
De este modo, Guillermo no solo ha incumplido aquella promesa solemne, sino que ahora se ha convertido en uno de los principales obstáculos para que Harry pueda acercarse de nuevo a Buckingham. No ofrece ninguna facilidad, evita cualquier tipo de contacto directo y se niega incluso a sentarse a hablar con su hermano. Su postura es clara: no habrá segundas oportunidades para quien, a su juicio, ha desafiado y humillado públicamente a la institución.
Guillermo ha presionado a su padre
Y es que, según fuentes próximas al palacio, el Príncipe de Gales ha ido más allá. No se ha limitado a rechazar el regreso de Harry, sino que incluso ha presionado a su padre para que no acepte las condiciones que el Duque de Sussex plantea como requisito para una reconciliación. Guillermo insiste en que no deben tolerarse más faltas de respeto, y que ceder ante las exigencias de su hermano sería un grave error para la imagen de la Casa Real de Gran Bretaña.
La explicación oficial es que actúa por el bien de la institución, por proteger a la monarquía de nuevos conflictos. Sin embargo, hay quienes señalan que detrás de esta firmeza se esconde también un sentimiento de envidia. Durante muchos años, Harry fue percibido por la opinión pública como el príncipe cercano, espontáneo y querido, mientras que Guillermo mantenía un perfil más rígido y distante. Esa diferencia de carisma habría generado un resentimiento que hoy aflora con fuerza.
Así pues, el heredero al trono ha roto con el legado de unidad que le pidió su abuela y con la confianza que depositó en él su padre. El gesto no solo evidencia el abismo que separa a los dos hermanos, sino que amenaza con convertirse en una herida permanente dentro de una familia que parece preferir el orgullo a la reconciliación.