El Príncipe Guillermo, con un ataque de celos por la última decisión de Carlos III

Guillermo acusa a su padre de haber traicionado a la Casa Real

La última aparición pública de Guillermo de Inglaterra junto a Carlos III dejó a todos los presentes con la sensación de que algo no funciona entre padre e hijo. Los gestos del príncipe de Gales no pasaron desapercibidos: ceño fruncido, mirada esquiva y una distancia emocional que habla más que cualquier declaración. La rabia contenida de Guillermo quedó expuesta, y según fuentes cercanas, todo tiene que ver con Harry y la relación que mantiene con su padre.

El hijo mayor de Carlos III no soporta la situación que vive su hermano. Considera que, con su regreso a Londres y la atención que ha recibido, se ha cometido una especie de traición hacia él. En privado, le ha dejado de hablar a su padre, le exigió cancelar la visita de Harry, pero sus peticiones no fueron atendidas. Al ver a su hermano recibido con normalidad, Guillermo sintió que Carlos III le demostraba una vez más que su preferencia siempre ha estado del lado del príncipe menor.

Guillermo con el gesto torcido con su padre

Durante el acto, los gestos de Guillermo hablaban por sí solos. Evitaba el contacto visual con su padre, mantenía los brazos cruzados y apenas sonreía. Todo indica que los celos y la sensación de haber sido relegado están corroyéndolo. Incluso los observadores más neutrales coincidieron en que el príncipe de Gales parecía luchar por mantener la compostura, pero la tensión era imposible de ocultar.

La situación no es nueva, pero se intensifica con cada aparición pública conjunta. La percepción de favoritismo hacia Harry ha generado un distanciamiento creciente entre Guillermo y Carlos III, que ahora se hace evidente para todos. Cada gesto, cada silencio y cada mirada esquiva refuerzan la idea de que la relación entre padre e hijo atraviesa uno de sus momentos más delicados.

Así pues, la última aparición de Guillermo y Carlos III no dejó dudas: la rabia contenida y los celos hacia Harry se reflejan en cada movimiento del príncipe de Gales. La relación familiar, lejos de suavizarse, muestra grietas que podrían marcar la dinámica de la monarquía en los próximos años, con un Guillermo decidido a dejar claro que no acepta pasar a un segundo plano.