Domingo negro en Sanxenxo: el cabo Cabello y el teniente coronel Mochi encuentran a Juan Carlos I en el suelo

Una mañana de nervios y expectación en el puerto de Sanxenxo

Este sábado, Juan Carlos I volvió a ser noticia, esta vez en las aguas de Sanxenxo. Tras la reciente publicación de sus memorias por la editorial francesa Stock, el rey emérito decidió salir a navegar, aunque las circunstancias no fueron fáciles. A sus 86 años, caminar y mantenerse firme le cuesta más que antes. La edad, implacable, se hace notar en gestos simples como subir a un pantalán o bajar de un coche.

Sobre las 11:50 horas, Juan Carlos I llegó al puerto deportivo de Sanxenxo en el coche de su amigo Pedro Campos, quien lo acoge en su casa de Nanín. Desde allí, saludó con una sonrisa a los curiosos que lo esperaban en el espigón. Rodeado de familiares y amigos, entre ellos sus sobrinos María y Alfonso Zurita, y el pequeño Carlos, el exmonarca aguardó bajo el sol varias horas para poder zarpar hacia el campo de regatas. La falta de viento retrasó su salida y generó cierta incertidumbre entre quienes esperaban verlo competir.

La caída y la ayuda de sus ayudantes

El momento más comentado del día ocurrió mientras Juan Carlos I se preparaba para embarcar. Al intentar caminar hacia su barco de apoyo, tropezó y cayó al suelo. Nada grave, pero suficiente para llamar la atención de todos los presentes. Rápidamente, el cabo Cabello y el teniente coronel Mochi acudieron para ayudarlo. Entre ambos lograron incorporarlo, asegurándose de que estuviera bien antes de continuar con la jornada.

A pesar del tropiezo, el exmonarca no se dio por vencido. Poco después, a las 14:14 horas, pudo zarpar finalmente. Su barco ‘Bribón’ no llegó a tiempo debido a retrasos en el transporte desde Estados Unidos, así que navegó en una embarcación de apoyo, observando cómo los turistas que llegaron desde Murcia, Zaragoza o Albacete lo seguían con expectación desde el espigón. La caída quedó como un pequeño susto en un día soleado que, aunque no pasó desapercibido, no frenó las ganas del rey emérito de disfrutar del mar.

Juan Carlos I demostró que, aunque la edad se hace notar, sigue manteniendo el espíritu de navegante que le ha acompañado durante décadas. La jornada en Sanxenxo quedará, sin duda, en la memoria de quienes presenciaron este “domingo negro”, que terminó con saludos, fotos y el recuerdo de que incluso los reyes necesitan apoyo de vez en cuando.