Compañeros de San Javier explican que Leonor tiene servicio de habitaciones
La princesa afronta su etapa militar entre compañeros y nuevas normas
Leonor continúa su formación militar con el Ejército del Aire, un paso fundamental antes de iniciar su etapa universitaria. Con tan solo 18 años, la princesa tuvo que separarse de sus compañeros del internado en Gales para asumir sus responsabilidades como futura reina de España. Aunque su madre, Letizia, no estaba del todo convencida de esta experiencia, el rey Felipe VI insistió en que era un deber ineludible. La joven está destinada a recibir, al final de su formación, la máxima condecoración de los tres ejércitos, así como el rango más alto de las Fuerzas Armadas, un título que hasta ahora solo han ostentado el actual monarca y la exmonarca.
Durante su estancia, Leonor ha despertado una gran expectación entre los cadetes. Para muchos, compartir tiempo con ella supone una experiencia única, ya que la figura de una futura reina suele parecer distante e inaccesible. Sin embargo, en este periodo, la princesa convive de manera más cercana con sus compañeros de edad, aunque siempre bajo estrictas normas de seguridad, como la prohibición del uso de móviles, para proteger su intimidad y evitar filtraciones en redes sociales.
Servicio especial y convivencia en San Javier
Pese a la intención de la familia real de mantener la igualdad en los centros militares, según compañeros de la joven, la realidad en San Javier es distinta. Leonor cuenta con un trato especial dentro de las instalaciones: apenas realiza tareas domésticas y, en varias ocasiones, son sus compañeras de habitación quienes se encargan de organizar su cama o mantener su ropa limpia. Este apoyo se ha convertido en una solución práctica para evitar sanciones colectivas y garantizar una buena convivencia, ya que la princesa no siempre cumple con los estándares de orden y disciplina que se esperan en la vida militar.
Los cadetes explican que este trato diferenciado no se limita a San Javier; experiencias similares se han dado en otras academias como Zaragoza, Marín y El Cano. Mientras otros alumnos se ocupan de todas las responsabilidades de su día a día, Leonor mantiene un perfil más pasivo, apoyada en gran medida por sus compañeras. Este escenario refleja la diferencia entre su crianza en el Pabellón del Príncipe, donde siempre contó con un equipo de mayordomos, estilistas y asesores, y la exigencia de la vida militar, donde la autonomía es clave para todos los reclutas.