Casa Real, obligada a pedir disculpas por Leonor: “No le pasarán ni una más”
En la Armada acabaron hartos de Leonor
La llegada del buque escuela Juan Sebastián Elcano a Marín marcó el cierre de la etapa de Leonor en la Armada. Tras casi un año de formación, la heredera regresó a tierra firme para reencontrarse con sus padres en el Día del Carmen, una jornada en la que los reyes entregan los despachos a los alumnos de último curso. Como cadete de primer año, Leonor no tenía derecho a esa distinción. Sin embargo, Casa Real decidió anticiparse publicando en el BOE la concesión de la Gran Cruz al Mérito Naval con distintivo blanco, un gesto que generó recelos dentro del cuerpo militar.
Ese reconocimiento no gustó a muchos compañeros. Consideran que es inmerecido, sobre todo porque la princesa solo permanecerá un año en la Armada, frente a los cinco de los guardiamarinas. Aunque Felipe VI y Letizia insistieron en que no se hiciera trato de favor, los mandos han mostrado condescendencia, conscientes de que su destino es el trono y no la carrera militar. Pase lo que pase, Leonor recibirá las máximas condecoraciones de cada ejército, necesarias para la legitimidad institucional de su figura como futura reina.
Leonor demostró una grave falta de disciplina
Lo vivido en alta mar ha sido su formación más exigente hasta la fecha: seis meses surcando océanos, casi incomunicada, en espacios reducidos y bajo disciplina férrea. Aun así, fuentes internas admiten que su rendimiento físico ha estado muy por debajo del resto, hasta el punto de que algunos ejercicios no se le permitieron realizar. Ni la tutora personal ni el entrenador físico lograron situarla al nivel requerido.
El malestar creció hasta obligar a Casa Real a intervenir discretamente. Tanto en la Armada como en el Ejército de Tierra, los comentarios se multiplican: consideran que la princesa ha recibido demasiadas indulgencias. Como remarcan fuentes cercanas a la Armada, “no le pasarán ni una más”. En la Academia del Aire en San Javier (Murcia), la exigencia será máxima y se acabarán los gestos de benevolencia.
Así pues, Leonor encara la recta final de su paso por las Fuerzas Armadas con la presión de demostrar que no es solo un símbolo, sino capaz de afrontar las mismas pruebas que quienes comparten formación a su lado.