Casa Real intenta evitar que la reina Sofía sea llamada a declarar como beneficiaria de la trama Juan Carlos I

La querella contra Juan Carlos I no solo pone en jaque al rey emérito, sino que también podría llevar a la reina Sofía en el banquillo de los acusados.

El nombre de Juan Carlos I vuelve a estar en el ojo del huracán, pero esta vez no está solo en la tormenta. Una querella presentada por un grupo de exmagistrados, fiscales y periodistas acusa al rey emérito de delitos fiscales relacionados con la Hacienda Pública. Sin embargo, el alcance de este entramado financiero amenaza con arrastrar a más de un miembro de la Familia Real, incluida nada más y nada menos que la reina Sofía.

La nueva batalla legal se enfoca en la regularización fiscal del rey emérito Juan Carlos I. La Fiscalía del Tribunal Supremo sostiene que las dos regularizaciones efectuadas por el exmonarca en 2020 y 2021, que suman más de 5 millones de euros, califican como una "regularización espontánea", y por lo tanto, lo protegen de posibles acciones penales. Sin embargo, los demandantes argumentan que esta regularización carece de validez porque Juan Carlos ya era consciente de las investigaciones en el momento en que realizó esos pagos.

Además, sostienen que los fondos recibidos por el exmonarca a través de la fundación Zagatka no solo le beneficiaron a él, sino que también podrían haber sido utilizados para favorecer a otros integrantes de la Casa Real. Como resultado de esta situación, y según información proporcionada por Pilar Eyre en su canal de YouTube, se ha mencionado que entre los posibles testigos que podrían ser convocados a declarar están las infantas Elena y Cristina, el primo del emérito, Álvaro de Orleans, y, sorprendentemente, la reina Sofía.

Sofía, la última ficha en juego para salvar la imagen de la monarquía

Estas nuevas acciones legales contra Juan Carlos I podrían poner en jaque no solo al exmonarca, sino también a la imagen institucional de la Corona, y el mayor temor parece ser que la reina Sofía quede expuesta. Por esta razón, la Casa Real está llevando a cabo todos los esfuerzos necesarios para proteger a la emérita de una eventual comparecencia ante los tribunales.

La razón es clara: Sofía es vista como un símbolo de estabilidad dentro de una familia marcada por escándalos. Su implicación en este caso no solo dañaría su reputación, sino que podría repercutir directamente en la percepción pública de la monarquía. Según ha trascendido, la estrategia de Zarzuela está centrada en proteger a toda costa su imagen, mientras se mantiene una estricta distancia del rey emérito y sus problemas legales.

Un silencio estratégico ante el creciente escándalo judicial

El emérito, quien hasta hace poco visitaba España con frecuencia y daba declaraciones sin tapujos, ha optado por un perfil bajo. Desde hace semanas, Juan Carlos I permanece fuera de los focos mediáticos, un silencio que muchos interpretan como una maniobra para evitar más daños colaterales. Lo último que se supo de él fue una discreta comida en Londres con su nieto, dejando entrever que su regreso a España está fuera de sus planes inmediatos.

Mientras tanto, las especulaciones sobre la posible implicación de la reina Sofía crecen. La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué sabía Sofía sobre los movimientos financieros de su esposo? Aunque oficialmente no hay pruebas que la incriminen, su condición de beneficiaria de la trama financiera es suficiente para que los querellantes soliciten su testimonio. La Casa Real, sin embargo, no está dispuesta a permitirlo. Felipe VI y Letizia han tomado las riendas para minimizar el impacto de este escándalo y evitar que Sofía, quien sigue siendo un miembro activo de la Corona, sea llamada a declarar.