Casa Real hacer firmar cláusulas de confidencialidad para proteger al amante de Letizia

Un pacto de silencio que protege lo que nadie debe saber

Felipe VI y Letizia ya no son una pareja. Viven vidas completamente separadas. Él permanece en Zarzuela. Ella en el pabellón, con quien quiere. Su matrimonio es, desde hace años, solo una fachada. Una estrategia pactada por ambos. Una forma de mantener la estabilidad institucional y su imagen ante el mundo.

Según diversas fuentes, la convivencia entre ellos es imposible. No comparten vida personal. Son, como mucho, un equipo de trabajo. Las apariciones públicas son cuidadosamente planeadas. Nada es espontáneo. Todo está calculado para sostener una historia que ya no existe. Esta separación no es nueva. Autoras como Pilar Eyre ya hablaron de ello hace años y dejó claro lo que pasaba. Pero ahora, la situación parece haberse endurecido y la razón principal sería la necesidad de proteger una figura clave: el amante de Letizia.

Contratos millonarios y miedo al escándalo

Para mantener el silencio, la Casa Real ha endurecido sus medidas. Cualquier persona que tenga acceso a la intimidad de los Reyes debe firmar cláusulas de confidencialidad. Estos contratos incluyen sanciones millonarias si alguien revela lo que ocurre dentro de Zarzuela. Las cifras pueden arruinar la vida de quien hable.

El objetivo es uno: proteger la verdad. Especialmente, los detalles sobre la vida privada de Letizia y su relación sentimental fuera del matrimonio. Ya no se trata solo de evitar rumores. Se trata de blindar una estructura que podría tambalearse si el escándalo saliera a la luz.

El nombre del nuevo acompañante de Letizia no ha trascendido públicamente. Pero lo que sí se sabe es que vive con total libertad en el pabellón. Una situación que solo ha sido posible gracias al acuerdo con Felipe. Él prefiere mirar hacia otro lado. Ambos saben que el precio de la verdad sería demasiado alto.

Hay una excepción: Iñaki Urdangarin. Él no firmó ningún acuerdo. Y eso lo convierte en un riesgo. Es el cabo suelto que podría dinamitarlo todo. Por eso, en Zarzuela hay tensión. Por eso, cada día se vuelve más importante controlar el silencio. Porque en la Casa Real, lo que se calla es más importante que lo que se dice.