Carolina de Mónaco ordenó a su padre Rainiero, pasar de Alberto II, para ser ella la Princesa
La propia Carolina consideraba que su hermano no podía estar en el cargo
Desde que en 2005 Alberto II fue coronado como Príncipe de Mónaco, fueron muchas las dudas que hubo al respecto de si era una figura adecuada para gobernar como se merece uno de los territorios más ricos y prósperos del planeta. En este sentido, Alberto fue designado como Príncipe de Mónaco como sucesor de su padre, Rainiero en una decisión que muchos consideraron que habría sido mejor de no tomar.
De hecho, según han contado fuentes cercanas a la corona monegasca, Rainiero llegó a plantearse la posibilidad de obviar a su heredero para dar las llaves del principado a su hermana Carolina, a la cual todos consideraban mucho más capacitada para ejercer de cabeza visible del país. Sin embargo, el tradicionalismo se impuso para nombrar a Alberto como sucesor de Rainiero, algo que acabó dejando a Carolina fuera de la ecuación.
Carolina es quien mueve los hilos
Si bien es cierto que finalmente fue Alberto el que se llevó el premio de ser el Príncipe de Mónaco, la realidad es que su incapacidad para ejercer de líder de un país lo ha llevado a ceder gran parte de su toma de decisiones a sus hermanas, especialmente en Carolina que, además de pedir ganar más dinero que antes, también es quien mueve los hilos detrás de la figura de su incompetente hermano, que ha optado por aprovechar su posición para disfrutar de la vida y las mujeres.
Esta situación no hace más que dar toda la razón, primero, a las dudas tenía Rainiero, a la hora de ceder el testigo y a la propia Carolina, que durante años trató de convencer a su padre de que ella era la elección más adecuada para ser la heredera al trono. Algo que, pese a tener todo el sentido del mundo, no acabó sucediendo. Dando así, rienda suelta a un príncipe marcado por la corrupción, las infidelidades y otros tantos escándalos.
Relación rota con Charlene y crisis de credibilidad
La realidad es que el valor de Alberto II dentro de Mónaco ha perdido mucho. Y es que, desde su llegada al trono del principado, no ha hecho más que acumular escándalo tras escándalo. En este sentido, todo comenzó con el conocimiento de que tenía varios hijos ilegítimos previos a su matrimonio con Charlene, la cual a la postre ha resultado siendo engañada sufriendo así graves consecuencias que la han llevado a las adicciones a sustancias como ansiolíticos y somníferos.
Así pues, lejos de ser considerado una eminencia, la realidad es que Alberto II ha confirmado los malos augurios de Carolina y Rainiero, dando así, razón a los que pensaban que la mejor opción era saltarlo en el camino a elegir al sucesor de un Rainiero que habría hecho bien de cambiar su heredero.