Carolina de Mónaco no se habla con sus hermanos por la herencia de su padre

El dinero ha roto a la familia Grimaldi

La Casa Real de Mónaco es, desde hace décadas, una de las más ricas y mediáticas de Europa. Al frente de este pequeño pero influyente Principado, Rainiero III supo consolidar no solo su poder institucional, sino también una impresionante fortuna personal. Aunque nunca se ha hecho público el montante exacto de su patrimonio, estimaciones próximas a la familia lo sitúan en torno a los 2.500 millones de euros. Una cifra descomunal que, lejos de unir a sus descendientes, se convirtió en la chispa que terminó de dinamitar la frágil relación entre sus hijas, Carolina y Estefanía de Mónaco.

No es raro que una herencia millonaria acabe provocando tensiones entre familiares, pero cuando se trata de una de las dinastías más famosas del continente, las consecuencias pueden ser aún más explosivas. Así lo aseguran fuentes cercanas a la familia Grimaldi, que apuntan directamente al reparto de la herencia de Rainiero como el punto de no retorno en la tensa convivencia entre ambas hermanas. Una disputa soterrada durante años, pero que terminó estallando con fuerza tras la muerte del patriarca en 2005, cuando todos los silencios se rompieron.

Un problema enquistado para siempre

Carolina y Estefanía, desde jóvenes, han encarnado formas muy distintas de entender su rol dentro de la realeza. Mientras que Carolina siempre fue vista como la heredera natural, seria y ligada a la tradición monaguesca, Estefanía representaba el lado rebelde, más próximo a la farándula y al mundo del espectáculo que al protocolo palaciego. Dos personalidades opuestas que, pese a los esfuerzos públicos por mantener la imagen de unidad familiar, vivían una rivalidad constante que la herencia terminó por agudizar.

El problema no se limitó al dinero, sino que se extendió a la gestión de propiedades emblemáticas, fundaciones culturales y derechos de imagen relacionados con la figura de Rainiero y con el legado de Grace Kelly, la madre de ambas. Incluso, según estas fuentes, las desavenencias alcanzaron a los hijos de ambas princesas, con posturas enfrentadas sobre el legado y el futuro de la familia Grimaldi. Así, la herencia de Rainiero no solo dividió a dos hermanas marcadas por el desencuentro, sino que sembró una fractura difícil de reparar en el seno de la familia, que aún hoy sigue siendo objeto de debate en Mónaco y en toda Europa.