Carlos III ya conoce el que será el motivo de su muerte
Los efectos del cáncer preocupan mucho en Buckingham
Detrás de la eterna e imborrable sonirsa que siempre trata de esbozar Carlos III, se esconde un hombre que libra una batalla contra el tiempo, contra el dolor y contra un diagnóstico que nadie se atreve a nombrar con claridad. En este sentido, lo más inquietante no es el cáncer que ya se ha hecho público, sino el que podría estar formándose en silencio. El periodista Simon Hunter lo dijo sin adornos en TVE: “Lo más probable es que Carlos III muera con cáncer, pero no del que padece ahora”. Y esa frase, tan cruda como certera, ha encendido todas las alarmas en palacio, en la prensa y en el corazón de una nación que no sabe si su rey está superando una enfermedad… o simplemente ganando tiempo.
La realidad es que en Buckingham se ha activado un plan de contención. No solo para proteger la imagen del monarca, sino para preparar el terreno ante cualquier desenlace inesperado. El tratamiento, según fuentes internas, estaría funcionando. Pero lo cierto es que el fantasma de la metástasis, de un nuevo cáncer más agresivo o de una recaída brutal, sigue sobrevolando la vida del soberano.
Buckingham trabaja para acompañar a Carlos III
Y es que quienes lo rodean lo saben. Camila Parker Bowles, su esposa y apoyo incondicional, está profundamente preocupada. En su entorno ya se habla de reducir aún más su agenda y de minimizar riesgos innecesarios. Pero él se resiste. A sus 76 años, no quiere oír hablar de abdicar. Quiere reinar hasta el último aliento, aunque su cuerpo empiece a fallarle. La amenaza no es solo médica, sino política. Un cáncer metastásico, con ramificaciones impredecibles, podría sellar su destino antes de tiempo. Porque si bien el tumor original está, por ahora, bajo control, nada garantiza que las células malignas no estén ya actuando en otro rincón de su organismo. Y eso, para alguien de su edad, con un sistema inmune comprometido, puede significar el principio del fin.
La verdad es que el hermetismo del palacio no ayuda. La información llega a cuentagotas, las imágenes oficiales son cuidadosamente editadas y el silencio se impone como norma. Pero basta con mirar más de cerca para entender que algo no va bien. Porque la sonrisa de Carlos III en el balcón, aunque firme, escondía fatiga. Y el gesto contenido de Guillermo y Kate, junto a sus hijos, parecía más que un acto ceremonial: fue un mensaje al futuro.
Así pues, la monarquía británica intenta blindarse ante el peor de los escenarios: un reinado que apenas ha comenzado, pero que podría verse truncado por la enfermedad de Carlos III.