Carlos III quiere perdonar a su hijo, Harry, antes de morir
La relación entre Harry y Carlos III va camino de recuperarse
A cada día que pasa, Carlos III siente más cerca la necesidad de cerrar las heridas abiertas dentro de su familia antes de que sea demasiado tarde. Su lucha contra el cáncer no está siendo sencilla, y quienes le rodean saben que el rey no quiere marcharse dejando atrás una familia rota, especialmente con su hijo menor, Harry.
Así pues, desde los pasillos de Buckingham ha empezado a circular la certeza de que Carlos III ha dado el paso de iniciar un acercamiento con el Duque de Sussex. El monarca, consciente de que el tiempo juega en su contra, habría autorizado un primer contacto discreto entre su equipo de confianza y los representantes de Harry, con la intención de abrir una vía de diálogo que permita rebajar la tensión acumulada durante estos últimos años.
Un primer encuentro secreto
Y es que, según fuentes muy cercanas al entorno real, este primer encuentro se habría producido en la Royal Over-Seas League de Londres, sin flashes ni comunicados oficiales, pero con la intención clara de limar asperezas. De un lado, el secretario de comunicaciones del rey, Tobyn Andreae, y del otro, la directora de prensa de Harry, Meredith Maines, junto a su responsable de relaciones públicas en Reino Unido, Liam Maguire. Una reunión que, según cuentan, fue más cordial de lo que se esperaba y dejó la puerta entreabierta para que padre e hijo puedan reencontrarse en un futuro cercano.
De este modo, el rey estaría dispuesto a hacer todo lo posible para reencontrarse con Harry y sanar esa relación que se rompió el día que el Duque de Sussex decidió marcharse a Estados Unidos con Meghan Markle. Porque el miedo a morir sin reconciliar a sus hijos se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de Carlos III, que siente el peso de los años de silencio y de reproches que han dividido a su familia.
Ante esta situación, la invitación de Harry a su padre y a Guillermo para acudir a los Juegos Invictus en 2027 se ha interpretado como un pequeño gesto de buena voluntad. Un paso más en un camino de reconciliación que parece más urgente que nunca, con un Carlos III cada vez más consciente de que la mayor batalla que le queda por librar no es contra la enfermedad, sino contra el tiempo para intentar recomponer su familia.