Carlos III planea un dura venganza contra los hijos de Meghan Markle
Archie y Lilibet pueden quedarse sin privilegios
El distanciamiento entre Harry y Meghan Markle con la Familia Real Británica ha dejado heridas que parecen no cicatrizar. La renuncia a sus funciones en 2020 abrió una brecha que, lejos de cerrarse, se ha hecho más profunda con el paso de los años. Y ahora, la discusión ya no se centra solo en los Sussex, sino también en sus hijos, Archie y Lilibet, convertidos en piezas clave de un pulso silencioso con el rey Carlos III.
La polémica más reciente estalló tras la negativa de un tribunal británico a concederle a Harry el derecho a pagar de forma privada su propia protección policial cuando regresa a Reino Unido. El golpe fue demoledor: significaba que ni él ni su familia gozarían de seguridad garantizada en suelo británico. En este escenario, los más afectados son Archie y Lilibet, que apenas han pisado el país de su padre. La pequeña, nacida en California, ni siquiera lo conoce. Una realidad que hiere a Harry y que incrementa su sensación de haber sido expulsado del núcleo familiar.
Carlos III es el responsable de la decisión
Y es que, según filtraciones recogidas por The Guardian, existe la sospecha de que Carlos III estaría detrás de una decisión todavía más sensible: ralentizar la entrega del pasaporte británico para los niños. Un detalle burocrático en apariencia, pero que en el fondo encierra una declaración política. El monarca, afirman esas fuentes, no tendría intención de reconocerlos como príncipes, lo que limitaría sus derechos, su estatus y su lugar en la institución. En palabras de allegados a los Sussex, se trataría de una manera encubierta de marcar distancia con la descendencia de Harry.
La negativa a conceder títulos plenos a Archie y Lilibet responde a la estrategia de Carlos III de reducir la influencia de ramas no operativas de la realeza. Desde la renuncia de los Sussex, el Palacio ha insistido en un modelo más reducido y funcional, en el que los privilegios no recaen en quienes deciden apartarse de la corona. Esta política, sin embargo, golpea directamente a los nietos del monarca, que crecen sin el reconocimiento que, por tradición, les correspondería.
Así pues, en medio de este laberinto de tensiones, surge incluso la idea de que Archie y Lilibet lleven el apellido Spencer, en honor a Lady Di. Sería una manera de reivindicar la memoria de la princesa y de darles una identidad ajena a la rigidez de Windsor. Una decisión cargada de simbolismo que, de concretarse, marcaría un punto de no retorno en la relación entre Harry, Meghan y la monarquía británica.