Camilla Parker Bowles vuelve a romper las órdenes del equipo médico

Los médicos de Buckingham no saben qué hacer con Camilla

No han sido pocas las ocasiones en las que el equipo médico de Buckingham ha pedido a Camilla Parker Bowles que frene, de una vez por todas, sus hábitos más dañinos. El tabaco y el alcohol llevan acompañando a la esposa de Carlos III desde hace más de cinco décadas, y ahora, con 77 años, su salud empieza a mostrar síntomas preocupantes de desgaste. Los médicos han sido claros: si no cambia su estilo de vida, podría enfrentarse a consecuencias irreversibles.

Lejos de seguir las recomendaciones, Camilla habría hecho oídos sordos a los consejos de los especialistas. Tal y como han señalado fuentes cercanas al entorno de la reina consorte, la propia Camilla habría dicho que prefiere “vivir menos, pero bien”, que renunciar a los placeres que la acompañan desde joven. Ni las recientes complicaciones respiratorias ni el diagnóstico delicado de su esposo, el rey Carlos III, han logrado hacerle entrar en razón y hacer que la consorte deje atrás la bebida y el tabaco.

Camilla Parker Bowles vuelve a pasar de sus médicos

Durante la reciente celebración de la llegada del verano en palacio, Camilla protagonizó un nuevo episodio que ha vuelto a encender todas las alarmas. Según ha trascendido, en una de las comidas oficiales organizadas en Buckingham, la consorte habría superado con creces el límite de consumo recomendado de alcohol, vaciando más de una botella de vino sin mostrar el más mínimo reparo. Una actitud que, si bien es habitual en ella, empieza a preocupar incluso a los asistentes más discretos.

A pesar de todo, Camilla siempre mantiene la compostura. Incluso bajo los efectos del alcohol, quienes la conocen aseguran que rara vez pierde el control o protagoniza escenas incómodas. Sin embargo, su cuerpo ya no responde como antes. Lo que en otras épocas podía parecer una simple mala costumbre, hoy supone un riesgo directo para su salud.

Así pues, Camilla Parker Bowles sigue desafiando a la medicina, aferrándose a su copa de vino y a su paquete de cigarrillos como si fueran una extensión de su propia identidad. Una elección arriesgada que podría acabar pasándole una factura mucho más cara de lo que ella está dispuesta a admitir.