Camilla Parker Bowles, se niega a cambiar de vida aunque le cueste la salud
Los vicios de la reina Camilla amenazan su vida
Mientras en Buckingham se vigila cada suspiro de Carlos III, hay otra figura que tampoco está atravesando su mejor momento. Camilla Parker Bowles, la reina consorte, arrastra un historial de problemas de salud que no hacen más que crecer con el paso de los meses. Tras superar una infección de pecho que la dejó debilitada durante semanas, Camilla sigue sin recuperar del todo su ritmo de vida. Los médicos le piden prudencia, reposo, cuidados y hábitos saludables. Pero ella no está por la labor.
Porque si hay algo que Camilla no está dispuesta a abandonar es su rutina de siempre. Ni siquiera ahora, cuando su cuerpo le pide un respiro. Ni el tabaco, ni el alcohol, ni los caprichos que la han acompañado durante décadas. En este sentido, Aquellos que la conocen bien aseguran que Camilla lleva fumando y bebiendo desde que era joven. Y que, a pesar de las advertencias, no está dispuesta a renunciar a lo que para ella significa disfrutar de la vida, aunque eso le esté quitando años de salud y de vida.
La edad de Camilla no da para seguir jugando con fuego
Los médicos de la Casa Real británica se desesperan cada vez que revisan su historial. Intentan que baje el ritmo, que reduzca las copas de vino y que deje de encender cigarrillos cada pocas horas. Pero cuanto más le insisten, más se aferra ella a sus costumbres. Y es que Camilla es así. Nunca ha seguido las normas que le imponían y no va a empezar ahora. Ni aunque la situación de Carlos III la exija más presente que nunca, ni aunque su cuerpo le esté pasando factura.
En el entorno de la reina consorte ya asume que no hay vuelta atrás. Camilla no va a cambiar. Y, a estas alturas, nadie en Buckingham espera que lo haga. Es una mujer de ideas muy claras y que no admite que nadie le diga lo que debe hacer. Ni su equipo médico.
Así pues, para Camilla, seguir con su copa de vino y su cigarrillo no es solo un hábito. Es su manera de resistir a todo lo que la rodea. Aunque ese capricho le esté costando, poco a poco, el precio más alto.