Sergio Ramos o la verdad que nunca quiso explicar el Real Madrid
La verdadera historia es muy diferente
Sergio Ramos se marchó del Real Madrid por la puerta de atrás hace ya unos meses, para firmar por el Paris Saint-Germain de Mauricio Pochettino. Después de un largo periodo de rumores, especulaciones y silencio, se confirmó que uno de los mejores defensores de todos los tiempos dejaba La Liga Santander, para sorpresa de todos. Porque había mucha gente que todavía seguía esperanzada con la renovación de su contrato, que expiró el 30 de junio.
Sin embargo, no fue así, y Florentino Pérez siempre afirmó que las posturas estaban demasiado alejadas. El presidente hizo todo lo posible por retener al canterano del Sevilla, una de las grandes leyendas en la historia reciente de la entidad. Pero la delicada situación económica provocó que exigiera un esfuerzo extra que el campeón del Mundial de Sudáfrica en 2010 y de las Eurocopas de 2008 y 2012 no quiso hacer. Por eso acabó en la Ligue 1.
Allí, además de un proyecto ultra competitivo, se encontró con un conjunto que le pagaba absolutamente todo lo que pedía y más. Eso si, por el momento, las cosas no le están yendo nada bien, pues todavía no ha podido hacer su debut, por culpa de los problemas físicos que arrastra. En este 2021, no ha podido jugar ni una decena de encuentros, y muchos ya vaticinan que es el principio de su final. Porque no hay que olvidar que ya tiene 35 años…
Aunque ahora ha salido una información que ha dejado a todos de piedra. Y es que, según afirman varias fuentes, Ramos hizo todo lo posible para quedarse en el Santiago Bernabéu. Tras unas duras negociaciones, aceptó las condiciones que le ponían sobre la mesa, y estaba dispuesto a rebajarse el salario. Pero ya era demasiado tarde, pues, como le dijo ‘Flo’, había hecho planes sin él, y ya tenía completamente cerrado a su sustituto: David Alaba.
El de Camas pidió a Carlo Ancelotti que le echara una mano, pero ya nada podía hacer. De modo que se fue al Parque de los Príncipes por obligación, más que por deseo.
La avaricia le jugó una muy mala pasada.