Xabi Alonso le pide más o lo sentará en el banquillo
Xabi Alonso espera que su joven mediocentro dé un salto de nivel en los próximos partido
Desde su regreso tras la lesión, Eduardo Camavinga se ha visto como la carta para cambiar partidos. El jugador número doce con chispa del Real Madrid. Sin embargo, lo que ha mostrado hasta ahora ha sido irregular. Su rendimiento ha sido errático, con poca incidencia en el juego, muy similar a la temporada pasada. Xabi Alonso quiere un cambio radical.
El técnico cree en su potencial. A sus 22 años, Camavinga aún no ha explotado todas sus virtudes. Alonso le exige dejar de ser un mero recurso. Quiere que se convierta en un arma táctica más. Parte del trabajo llegará con minutos en el campo. Otra parte, con sesiones individuales enfocadas a mejorar su consistencia.
El contexto no ayuda. Vuelve de un esguince en el tobillo derecho sufrido en agosto. Antes, en abril, tuvo una rotura del tendón aductor que cerró su campaña prematuramente. Con un físico tan inestable, dar un salto en su rendimiento es un desafío doble.
Xabi Alonso le tiene fe (y planes)
Pese a todo, Alonso confía en él. Destaca su dinamismo y su capacidad para adaptarse al estilo del equipo. En la victoria 4-1 ante el Levante, señaló que Camavinga “ya ha hecho cosas” y que su perfil encaja con lo que necesita el Madrid.
El francés puede romper defensas cerradas y dar aire al mediocampo. Alonso piensa en él tanto para roles defensivos como ofensivos. Incluso podría ser titular en partidos clave, como el derbi contra el Atlético. La competencia es feroz: Tchouaméni, Valverde y Bellingham marcan la pauta en el centro del campo. Pero la irregularidad de Valverde abre la puerta a Camavinga.
El mensaje es claro: debe subir su intensidad, mejorar la toma de decisiones y recuperar la consistencia en el pase. Solo así justificará la confianza de Alonso y evitará el banquillo. Los próximos partidos serán su prueba de fuego. Desde abril no jugaba con regularidad, y el club analiza sus lesiones para prevenir recaídas.
Con el escudo del Real Madrid sobre su pecho, la misión de Camavinga es evidente: dejar atrás la versión tibia y convertirse en un jugador capaz de cambiar partidos. La temporada aún tiene capítulos por escribir, y su futuro dependerá de lo que haga ahora.