Regalo exprés: Bartomeu se lo da a Messi y Koeman por si falla Depay
Es uno de los mejores rematadores de España
La dificultad que está entrañando la confirmación del fichaje del delantero holandés Memphis Depay ha provocado que la directiva del FC Barcelona, con Josep María Bartomeu a la cabeza, haya tomado cartas en el asunto y se haya lanzado a por otro ariete de garantías. Se trata del delantero uruguayo Cristhian Stuani.
Pese a que su nombre ha estado en la órbita de grandes equipos europeos en los últimos años, el jugador no se ha decidido a abandonar el Girona, club en el que milita actualmente en la Segunda División española y club en el que lleva tres años.
El charrúa es ya un ariete veterano, pero la facilidad que tiene de cara al gol ha provocado que el FC Barcelona haya puesto los ojos en él ante la falta de incorporaciones en la punta del ataque. A punto de cumplir 34 años, Stuani es de esos jugadores que saben donde estar en cada momento en el que el balón entra en el área. Su olfato goleador podría ser de gran utilidad como una alternativa en el ataque para Ronald Koeman, que, tras la marcha de Luis Suárez al Atlético de Madrid, se ha quedado sin un referente ofensivo en la zona más avanzada del juego.
La opción del uruguayo cada vez se presta más viable ya que los nombres que han sonado en este mercado de fichajes para aterrizar en Barcelona no han terminado de cerrar su salida de sus actuales clubes. Entre todos ellos, el que más cerca ha estado, y aún está, de ello, es el ariete neerlandés del Olympique de Lyon, Memphis Depay. El compatriota de Ronald Koeman quiere abandonar la disciplina francesa para vestirse, al fin, de azulgrana, pero la situación económica actual que atraviesa el club catalán no es muy prolífera, y, para que se concrete la llegada del jugador, antes deberá ver la puerta de salida otro.
No obstante, y en medio de todo este revuelo por la zaca de un goleador, Cristhian Stuani se ha hecho un importante hueco en la agenda blaugrana. Su fichaje a día de hoy es el que más papeletas tiene, ya que el precio que tendría que abonar los catalanes a sus vecinos sería unos 12 millones de euros, una cifra de la que sí podrían desprenderse de una forma inminente.