¡Niño de papá! El vestuario celoso por el trato de Zidane a su niño mimado
Sergio Ramos ya ha hablado con Florentino para dejarle claro que todos son iguales y quieren el mismo trato
Hay jugadores que necesitan más cariño que otros. Jugadores a los que la presión les puede y que con el público a favor su fútbol sale a borbotones. También existe el caso contrario, jugadores que se crecen ante la adversidad y los silbidos e insultos, que tristemente siguen existiendo en un campo de fútbol.
Es el caso de Cristiano Ronaldo. Pocos jugadores aguantan y le gusta más la presión que al portugués. Le gusta ser silbado, le gusta que la afición rival se meta con él. Es esa extraña relación que tiene con el gol el portugués lo que le hace ser fundamentalmente el foco de las iras de los aficionados rivales. Siempre silvas al que más miedo tienes. De lo contrario no le prestas atención.
Eso sí, una cosa es que te silbe la afición rival a que te silbe tu propia afición. El Bernabéu es un estadio complicado. Los más grandes han sido silbados. Desde Ronlado a Zidane. Pocos se han librado del juicio del Bernabéu y de sus exigencias. Que se lo digan ahora a Lucas Vázquez.
El gallego está en el punto de mira del estadio y todas sus acciones son juzgadas con lupa. El otro día el estadio estalló cuando Lucas dio un pase atrás a Areola tras un saque de esquina. Hay estadios donde el pase atrás está mal visto. Pero ninguno como el Bernabéu. No quiere tiki taka. La afición quiere un equipo vertical. Es su ADN.
Vinicius Junior es el último ejemplo de lo que es vivir bajo el foco mediático. El brasileño irrumpió el año pasado como irrumpe su juego en un partido. Con la electricidad propia de un jugador con unas condiciones atléticas descomunales.
Con la llegada de Solari el brasileño fue a más y fue el mejor del pequeño paso de Solari por el Madrid. Una lesión truncó todo y desde entonces la oscuridad. Hasta el otro día el brasileño llevaba 7 meses sin marcar y cada vez que la cogía en el Bernabéu se respiraba un ambiente de disconformidad Vinicius sentía.
Marcó y rompió a llorar. La presión acumulada se le fue entre lágrimas. Zidane está cuidando a Vinicius. Se queda con él tras los entrenamientos para afinar su puntería. Habla con él. Le trata como a un hijo. Vinicius es muy querido en el vestuario pero comienzan a ver un trato de favor hacia el brasileño. Le cuidamos entre todos pero también queremos que nos cuiden al resto, parecen querer decir.
Vinicius tiene que aprender a vivir con la presión que supone jugar en el Real Madrid. De lo contrario la presión le acabará comiendo. Condiciones tiene, le falta saber manejar su electricidad. Zidane está convencido de que puede hacerlo.