Nápoles puede ser la mecha de la explosión ¡Piqué y Messi amenazantes!

El Barça a un tropiezo gordo de caer definitivamente

Después de la visita del Eibar este fin de semana, que se presupone trámite y juicio público del Camp Nou a Josep Maria Bartomeu, el Barça vuelve a la Champions League con un lío monumental en lo institucional, uno más pero quizá el más grave, que amenaza con romper definitivamente el equilibrio y el mejor ambiente de un club que lleva renqueante todo el año. Y los dos duelos tras el liguero de este sábado a las 16.00, hora española, son de mucha altura, tras los cuales una caída puede ser definitiva.

Era Gerard Piqué está vez quien incendiaba el entorno Barça con una sola palabra y de nuevo en las redes sociales al llamar “títere” al periodista Marçal Lorente, el cual trataba de hacer ver que es una manipulación externa la contratación de la empresa I3 Venture por parte del club culé y con fines ilícitos, es decir que nunca existieron tales intenciones por parte de Bartomeu y su entorno. El central respondió al largo mensaje de Lorente con un aséptico: "titella", en castellano títere.

 

Basta una palabra para expresar toda la disconformidad que tienen los jugadores con esta junta directiva y un nuevo escándalo, que podría ser el último de Bartomeu al frente del Barça si finalmente dimite (este lío ha sorprendido incluso a parte de la misma junta que, al parecer, no estaba al corriente de la actividad de dicha empresa). Difícil salida tiene el presidente tras esta noticia. Desde luego ni Messi ni Piqué le van a pasar ya ni media.

Aunque cabe otra posibilidad, que el máximo dirigente no dimita y fuerce la situación, en cuyo caso el destino del club ante los socios quedaría en manos de los resultados deportivos, y ahí el Barça tiene dos retos por delante tras los cuales un desplome supondría en su seno una bomba a punto de estallar. Y estos son un San Paolo que va a vibrar con un Nápoles venido a más, y un Santiago Bernabéu que puede poner la puntilla a la liga en favor de los blancos.

Pendientes de una aclaración o un movimiento institucional, el calendario también aprieta al Barça.