Messi sucumbe al estigma de Maradona: Koeman y Griezmann lo corroboran

El Barça preocupado con el cambio de ciclo

Leo Messi es un ciclo entero en el Barça, quizá una época o una era. Un antes y un después, el problema es que ya demasiadas voces piensan en pasar página. La situación de Messi en el Barça se ha enfriado, como el argentino, al que hace tiempo que no le responde igual la suerte sobre el tapete verde. Messi ha sido el mejor jugador de la última década en Europa, sin duda, pero empieza a ser palpable el estigma que le puso el malogrado Diego Armando Maradona y que Ronald Koeman y Antoine Griezmann ya ven claro: el 10 del Barça no es un capitán, no es un líder.

Al de Rosario le iba mejor cuando el brazalete del Barça pesaba en el brazo de otro. Ni que decir tiene que en Argentina la insignia le ha costado un mar de lágrimas, algunas de ellas muy merecidas. A decir verdad, Messi ha estado siempre rodeado por los mejores jugadores posibles en el Barça y en la albiceleste, siendo él el mejor solista de la banda, pero cuando le ha tocado al argentino dirigir la orquesta -no solo en lo deportivo, sino también en lo instrumental, en el lenguaje que solo maneja un vestuario- ha fracasado.

Al Barça le va mal con Messi de capitán y eso es perceptible en los títulos, que escasean, y en las sensaciones, que no son buenas. Pese al gasto millonario de la directiva de Josep Maria Bartomeu, los trofeos del Barça y Messi han ido a menos hasta extinguirse completamente la pasada temporada, la segunda suya como líder. En esta, el equipo ya ha protagonizado el peor arranque liguero de su era. Algo falla y preocupa a Koeman y Griezmann, que rememoran en sus cabezas las palabras de Diego sobre su sucesor: “Es un grandísimo jugador pero no le da. Es inútil querer hacer caudillo a un hombre que va veinte veces al baño antes de un partido”.

Y además Messi está cansado de soportar esa carga, que no le va. Él es un verso libre, que debe jugar protegido y que en el Barça ya se entumeció por acaparar los focos; de ahí que desee salir. Es cierto que hay ciclos pero curiosamente el ocaso del Barça de Messi ha coincidido con la salida de Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Carles Puyol, Dani Alves y compañía, por no hablar de los Henry, Ronaldinho, Deco o Samuel Eto’o… Messi fue el mejor cuando le acompañaron los otros grandes de su tiempo, esos que le dieron la pelota y le quitaron la carga de la argolla esclava del brazo izquierdo que tanto pesa en un vestuario. Ahora a Messi no le basta con jugar al fútbol mejor que el resto, porque debe ser él el de la arengas, el guía, el que infunda ánimo a sus compañeros. Y en eso Messi hasta ahora es mucho más chiquito. A él le van los silencios, la calma. Una pena y una realidad de la que ya se dan cuenta en Can Barça Ronald Koeman y Antoine Griezmann, los cuales, posiblemente como Messi, preferirían haber separado sus caminos hace tiempo.