¡Le querían echar por dejarle marchar! Ahora Zidane se toma la revancha
Su venta fue tomada por parte de la afición como la peor decisión del francés. Ahora le dan la razón
No debe ser fácil ser Zinedine Zidane. Siempre en el ojo del huracán. Siempre en el límite del bien y del mal. Se le mide por todo. Por cada gesto o cada palabra. Por lo que dice y por lo que calla. Por los cambios y la gestión del partido. Por los jugadores que no van convocados y por los que van sin, para algunos merecerlo. Es un continúo examen el que tiene por delante el francés en el Real Madrid.
No se cansa uno de ver al Real Madrid y opina. Es como una enfermedad. Siempre, además, es patológico, nos acordamos del que no está. “Hoy falta Vinicius”, pero cuando juega el brasileño el que faltaba era James. Es el entrenador que todos llevamos dentro. Con eso tiene que vivir Zidane, que las cosas como son, parecen llevar muy bien la presión desde que volvió hace ya más de 6 meses al banquillo de Chamartín.
Ha tenido que lidiar con muchos problemas desde entonces, muchos jugadores como Lucas Vázquez que parecía que iban a salir, los casos de James y Gareth Bale… pero ninguno tan complicado como la legión de jugadores jóvenes que tuvo que mandar en forma de cesión. Lunin, Vallejo, Dani Ceballos, Martin Odegaard… ninguno le valía para esta temporada.
Pero si hubo que dolió especialmente al madridismo fue Marcos Llorente. El madrileño jugó mucho con Santiago Solari y enamoró el Bernabéu. Pero con la vuelta de Zidane, vuelta al ostracismo. Hay algo en él que no convence al técnico francés.
Marcos Llorente hizo las maletas, a cambio de 40 millones de euros, y se fue al vecino. El Atlético de Madrid le incorporaba de nuevo. Su nuevo técnico, el Cholo Simeone, le quería desde hace dos años. Se las prometía muy felices Marcos Llorente. Pero de momento no está jugando casi nada.
Lleva tres partidos consecutivos sin entrar en convocatoria. Debe ahora trabajar de nuevo y convencer al técnico argentino. Quien sonríe es Zidane. El tiempo le está dando la razón. Otra batalla más ganada para él. Pero las batallas cuentan muy poco y las derrotas cuentan demasiado. Así es muy difícil.