Florentino Pérez se lanza a por un fichaje bomba: será el mejor

El Real Madrid sigue a una nueva estrella

Martín Zubimendi se ha convertido en una de las grandes revelaciones de la presente temporada en todo el continente. Porque nadie podía esperar que ofreciera el nivel que ha mostrado en la Real Sociedad, que le ha llevado a ser un fijo para Imanol Alguacil. Buena parte del éxito que han tenido esta temporada, finalizando en una meritoria quinta plaza de La Liga Santander, además de alzar la Copa del Rey, es, en parte, por culpa del joven canterano.

A sus 22 años, se nota que tuvo el placer de ser entrenado por Xabi Alonso la pasada campaña en el filial. Tan solo coincidieron durante unos pocos meses, pero aprendió mucho, y eso se ha visto reflejado en su estilo de juego. Se ha convertido en un centrocampista total, y el primer responsable a la hora de sacar el balón jugado desde la defensa. Recupera muchas pelotas, y tiene un desplazamiento en largo privilegiado, y una gran visión de juego.

Sus excepcionales virtudes le han llevado a ser internacional con la selección española absoluta, y llegó a estar cerca de entrar en la Eurocopa, pues Luis Enrique le tenía en cuenta. Renovó su contrato hace apenas unos meses, pero en el Real Madrid son conscientes de que existe una cláusula de rescisión no demasiado elevada. Porque algunos medios señalan que, por una cantidad cercana a los 30 millones de euros, puede marcharse.

Más o menos, lo mismo que costaron Asier Illarramendi y Álvaro Odriozola en su día, los dos últimos cracks que pasaron de Anoeta al Santiago Bernabéu. De hecho, Florentino Pérez tendría en mente la posibilidad de incluir al lateral derecho en las negociaciones, para intentar abaratar su precio. Eso si, espera que Zubimendi tenga, en caso de acabar vistiendo de blanco, mucho más éxito, lo que, a decir verdad, tampoco sería complicado.

Desde el combinado ‘txuri urdin’ ya están intentando moverse para conseguir retener a su joven estrella. Pero saben que, cuando se presenta una oportunidad así, cuesta mucho decir que ‘no’. Es un tren que a veces solo pasa una vez en la vida.

Si no se sube, puede perderlo para siempre.