Cambió a Messi por CR7 y Guardiola: el crack que ahora se arrepiente

No tomó una buena decisión dejando el Barça

Pablo Moreno era una de las grandes joyas de La Masía, y se le veía con un potencial tremendo. Marcó goles en todas las categorías inferiores del Barça, y fue un fijo en las convocatorias de la selección española, pero pasó lo que muchos se temían. A la que cumplió los 16 años, llegaron las ofertas de clubes extranjeros, que le prometían un salario mucho más elevado del que percibía en el conjunto azulgrana. Además, tampoco vio que apostaran muy fuerte por su continuidad.

Y se acabó marchando siendo todavía un juvenil, para firmar por la Juventus de Turín. Menos de un ‘kilo’ pagaron los italianos por el jugador nacido en Granada, que tuvo la oportunidad de entrenar y conocer personalmente a Cristiano Ronaldo, uno de sus grandes ídolos. Allí, en la Serie A, aguantó dos años, jugando en el equipo sub 19, sin llegar a hacer su debut profesional, y dejando algunas dudas. Por lo que el pasado verano aceptó la llamada de la Premier League.

El Manchester City de Pep Guardiola pagó 10 millones de euros, y se hizo con sus servicios. Pero inmediatamente después fue cedido al Girona, como han hecho tantos y tantos futbolistas en los últimos años, aprovechando el convenio de colaboración que tienen. No obstante, al crack nacido en el año 2002 no le están yendo del todo las cosas como esperaba en La Liga SmartBank, motivo por el que ya piensa muy seriamente en su futuro.

Es suplente habitual, y solo ha podido marcar un par de goles. En el Etihad Stadium también están preocupados con su situación, y meditan enviarle a otro club el próximo curso, está vez, en la Championship. Moreno ahora se arrepiente de la decisión de abandonar el Camp Nou, pues, viendo como están las cosas ahora mismo, a buen seguro que sería intocable en el filial, y ya habría jugado más de un partido con el primer equipo, a las órdenes de Ronald Koeman.

No hay más que ver como le han ido las cosas a Anssumane Fati, de su misma generación, y con el que compartió vestuario durante mucho tiempo.

Las prisas le jugaron una mala pasada.