Lamine Yamal y Raphinha, enfrentados por culpa del Balón de Oro

Ambos creen que merecen ser los mejores del mundo

La entrega del Balón de Oro siempre viene cargada de polémicas; el hecho de que sean varios los candidatos a ganarla hace que la disparidad de opiniones genere problemas en más de un vestuario. Y, mientras que en el PSG la unanimidad es total a la hora de apoyar a Ousmane Dembélé, en can Barça no todos son tan partidarios de que Lamine Yamal sea el elegido a la hora de considerarlos como el mejor jugador del mundo. Lo que ha provocado que haya más de un enganchón de puertas hacia adentro, por el hecho de que no todos estén con Lamine.

Raphinha quiere apostar por él mismo

A pesar de que en los últimos meses se ha caído de la conversación para ser el mejor del mundo, la realidad es que Raphinha se ha ganado, por méritos propios, el hecho de ser considerado como uno de los posibles ganadores del Balón de Oro. Sus números fueron espectaculares y jugó un papel fundamental a la hora de convertir al Barça en campeón de Copa del Rey, LaLiga y de la Supercopa de España, gracias a sus goles y asistencias en las grandes citas del año.

Todo esto ha hecho que Raphinha se haya sentido ninguneado a la hora de hablar sobre el Balón de Oro. Cree que todo el mundo se ha centrado demasiado en un Lamine Yamal que sí que es un jugador espectacular, pero que, por números, no está al nivel de Raphinha, lo que ha llevado al brasileño a considerar que él todavía está un escalón por encima de su joven compañero de equipo.

Tensión antes de la gala del Balón de Oro

A raíz de esta situación, fuentes cercanas aseguran que ha habido más de un episodio en el que los ánimos han estado algo más caldeados de lo deseado. El brasileño ha dejado alguna que otra puyita en los entrenamientos y Lamine, que no es ajeno a todo esto, se lo habría devuelto en más de una ocasión, llevando a enfrentamientos que nunca acabaron de pasar a mayores.

Así pues, el pique por ganar el Balón de Oro ya habría generado algún que otro roce no deseado en el vestuario del Barça, donde la ilusión por ser el mejor del mundo genera un ambiente enrarecido.