Hansi Flick ya lo avisó: cobra 12 millones y no tiene nivel

El tiempo ha terminado colocando cada decisión en su sitio

El fútbol es implacable. No entiende de nombres, de pasado ni de lo que pudo ser. Solo responde al presente. En el Barça, donde cada decisión tiene consecuencias deportivas y económicas, esta lógica se impone con más dureza. Hansi Flick lo vio pronto. Analizó la situación con frialdad y concluyó que Ansu Fati no encajaba en su proyecto. No por falta de cariño ni de historia, sino por rendimiento. Hoy, los hechos refuerzan aquella advertencia.

Una cesión que no cambió la historia de Ansu Fati

La salida de Ansu Fati rumbo al AS Mónaco debía ser el punto de inflexión. Un nuevo entorno, menos presión mediática, minutos para reencontrarse con su fútbol y recuperar sensaciones perdidas. Sin embargo, la realidad fue muy distinta. Las lesiones volvieron a marcar su camino desde el inicio. La falta de continuidad le impidió encontrar ritmo competitivo y la pretemporada incompleta condicionó su adaptación.

Hubo momentos que invitaron al optimismo. Goles que devolvieron la ilusión. Acciones que recordaban, aunque de forma puntual, al jugador que un día deslumbró en el Camp Nou, pero cada paso adelante fue seguido por un nuevo frenazo. Problemas físicos recurrentes y cambios en el banquillo acabaron relegándolo a un papel secundario. Sus cifras, seis goles en pocos partidos, no reflejan su verdadero impacto en el equipo. Apenas superó los quinientos minutos en toda la temporada. Demasiado poco para justificar una apuesta firme.

Un salario que agrava el problema del Barça

El gran conflicto aparece ahora. Ansu Fati regresa al Barça con un contrato vigente hasta 2028 y un salario que alcanza los 12 millones de euros anuales. Una cifra reservada para futbolistas determinantes. Para líderes dentro y fuera del campo. Y ahí está la contradicción. El rendimiento no ha acompañado nunca ese estatus.

Hansi Flick no contempla una segunda oportunidad. Su proyecto necesita jugadores fiables, físicamente sólidos y competitivos de forma constante. Joan Laporta y Deco se enfrentan a una situación delicada. Encontrar una salida no será sencillo. Pocos clubes pueden asumir un salario tan elevado, y menos aún hacerlo sin garantías deportivas.

La historia de Ansu Fati genera tristeza. Representó esperanza, futuro y continuidad. Pero el fútbol de élite no vive de promesas pasadas. Flick lo avisó a tiempo. El Barça no actuó entonces. Y ahora debe gestionar las consecuencias de una decisión que pesa, y mucho, en todos los sentidos.