Zinedine Zidane esperaba su regreso, y el ‘huracán’ no le decepciona

Huracán Asensio, así llaman últimamente al mallorquín en el vestuario del Real Madrid, su presencia en los partidos cada vez tiene más peso en el resultado, la recuperación de su grave lesión de rodilla parece haberse completado hace meses, pero lo más difícil es readaptarse mentalmente, el miedo a volver a romperse impera en la cabeza durante mucho tiempo, también el temor a cometer un error porque no te sientes al mismo nivel físico, porque no te atreves a encarar o porque no quieres comprometer a tu equipo.

Así se ha sentido el jugador, bien físicamente, pero con ciertos temores a nivel mental, por eso Zidane le está dando una oportunidad tras otra, con acierto, porque la única manera de superarlo es jugando y cogiendo confianza minuto a minuto. En los últimos partidos no ha sido titular, pero casi siempre ha tenido minutos. En el partido frente a la Atalanta de Bérgamo que confirmó el pase a cuartos de final de la Champions League, eliminatoria que el Madrid ganó por 0-1 en la ida y 3-1 en la vuelta, Asensio recibió un balón dentro del área tras una gran conducción de Lucas Vázquez y no lo dudó, con un zurdazo seco y raso anotó el tercer gol confirmando que el partido y la eliminatoria eran de los merengues, sus compañeros y el técnico francés mostraron su alegría, por el gol y por el futbolista, al que todos apoyan.

Esta temporada Huracán Asensio ha tenido, gracias a Zizou, bastantes minutos, ha participado en 33 partidos y ha anotado tres goles, además de haber repartido dos asistencias. Los números son un poco pobres, teniendo en cuenta el enorme talento del futbolista mallorquín, pero también hay que tener en cuenta que solo jugó los noventa minutos en cuatro de esos 33 encuentros, lo que ha limitado sus opciones. No obstante, lo importante es que el jugador siga cogiendo confianza y vuelva a hacer esas conducciones con su zurda, a disparar los trallazos de los que es capaz y a volver a ser ese futbolista que maravilló a toda Europa y olvidar de una vez esa lesión que ha puesto en riesgo, incluso, su continuidad en el club que apostó por él.