Ruina de Vini, Camavinga, Jude… pero el intocable de Ancelotti harta al madridismo: no aporta nada

El malísimo partido de la segunda línea, con Endrick, Fran García, Güler, Modric o Mbappé puede pasar por las circunstancias en las que salieron

Vaya por delante decir sobre el choque del Pierre Mauroy de Champions League que el Real Madrid perdió en Lille porque no mereció más; como le lleva pasando desde que comenzara la temporada. El Madrid no juega a nada, ni sabe que es esa nada. Sin rumbo, dirección, estilo o propósito, la primera caída de la temporada es más que justa y tenía que pasar precisamente por eso, por justicia. Además de ello hay que decir que del partido de anoche no se salva nadie, salvo Lunin, y que los que pedían minutos o salieron para ganárselos dejaron ir sus reivindicaciones, y aún con todo, hay un hecho que clama al cielo, más que nada porque condiciona todo lo demás.

Jugador absolutamente intranscendente

Carlo Ancelotti ha decidido desde hace demasiado tiempo que debe darle uno de los puestos titulares a un jugador totalmente plano, vulgar, que no aporta nada en la demarcación en la que se ha hecho indiscutible; sabe Dios la razón. Y Camavinga, con su partido mediocre frente al LOSC, ya lo terminó de retratar: a poco que haga es más productivo que lo de su homólogo. Sí, efectivamente hablamos (de nuevo) de Aurelién Tchouameni, que vuelve a salir en la foto, una y otra vez, y cuando el Madrid se cae, que son pocas veces, la vergüenza con él aflora, así como el recuerdo de lo que se fue y quizá no se valoraba en su justa medida, un tal Toni Kroos.

Sus graves carencias; las virtudes de Kroos

En lo que al centrocampista se refiere hay que decir que falla todo: el espíritu, la intensidad, pero sobre todo la calidad. Y en este sentido es sangrante porque debe llenar el hueco del alemán y hace justo lo contrario, crear un agujero negro en el juego insondable. El germano ayudaba a sacar la pelota jugada desde atrás; (siempre) aportaba una solución precisa, tanto en largo como en corto; tácticamente era inmaculado; era capaz de superar líneas de presión en un movimiento o un pase; hacía bascular al equipo, lo organizaba y ordenaba, se asociaba con todos y sus acciones siempre llevaban intención, además de correcta ejecución. Un diez, vamos. Tchouameni carece de todas esas virtudes y además su juego es lento, previsible, insípido. Y eso que no todo es malo en él, ya que de central sí creemos que puede ser una figura importante, pero no como personaje creativo, como líder en la medular.

Lo que no da y no permite que se de

Carletto confía en Tchouameni por el viejo impulso italiano de poseer un salvoconducto en el repliegue, sin embargo, esa tentación se ha comido al personaje y de paso ha arrasado con todo lo bueno del Real Madrid 23/24; así, sin creadores de juego al lado, el destructor, que ni siquiera brilla recuperando balones, se diluye, estorba. Pero es que además al alinear al francés, el de Reggiolo deja de introducir a otros jugadores que sí están dotados para crear y que necesitan minutos para crecer, que pueden ser importantes; ahí están los casos de Brahim Díaz (ahora lesionado), Dani Ceballos, Arda Güler (ayer no estuvo acertado, pero todo el peligro del equipo lo pusoél) o el mismo Modric, al que curiosamente Carletto acude cuando en cada partido este se atasca para el Madrid. Al respecto de esto último, muchos madridistas, creadores de opinión y nosotros mismos nos preguntamos si Ancelotti no se dará cuenta que juega con un tapón de inicio que no permite que el ritmo fluya.