Klopp traga, mancilla al City y Bellingham, Rodrygo y Vini miran a CR7 y se ríen a 5 días del Etihad
La maza como argumento contra le fútbol control, el Atalanta, una muestra como la del Bayern de Múnich
Pocos, muy pocos esperaban dentro y fuera de Anfield una victoria del Atalanta, sexto en la Serie A, en el partido de ida de cuartos de final de la Europa League entre el Liverpool y el equipo italiano, pero son aún menos los que pronosticaron una goleada bergamasca, si es que había alguno. Ahora bien, esta gesta de los Gli Orobici bien recuerda, por su sintomatología, a la peor derrota de Guardiola en Champions League, precisamente ante Ancelotti y el Real Madrid, su próximo rival como visitante en la Liga de Campeones.
Dos calcos; el camino
Ayer el Liverpool gobernó con tiranía el dominio del juego ante los transalpinos (70,2% de posesión), disparó más y recibió menos tiros a puerta (11 por 19), incluso recibió más faltas y menos amarillas (de hecho, los reds no tuvieron ninguna) pero el Atalanta ganó 0-3 ¿Cómo? Por la fuerza del mazo, una suerte que llevan perfeccionando en Europa los italianos y que en el coliseo de la ciudad de los Beatles funcionó a las mil maravillas… como lo hizo el martillo blanco en aquella noche del 29 de abril de 2014.
Sabe el Madrid que el City es una apisonadora en su estadio, el Etihad, donde sin ir más lejos en la pasada campaña se llevaron cuatro goles; que no han perdido, los celestes, allí desde 2018, y que, en cierta forma, el empate del Bernabéu (3-3) deja la eliminatoria claramente en favor de los skyblue, pero la Atalanta ha recordado demasiado a Carletto aquello que Bale, Benzema, Di María y sobre todo CR7 llevaron a cabo de forma tan precisa en el Allianz contra Pep hace diez años, eso que bien pueden imitar Valverde y especialmente Bellingham, Rodrygo y Vinicius.
El contragolpe y el acierto
Aquel Bayern, en perspectiva, era muy dominador, llegaba con muchos jugadores y embotellaba a sus rivales, y también, como este City, era el máximo favorito, pero el Madrid consiguió desarmarlo de la única forma que se puede descolocar a un rival superior, con una contundencia descomunal, con la maza o el martillo, con el golpeo despiadado; es decir, rompiendo la confianza que da tener la pelota mediante goles. Con eso, las dudas salen hasta en las mejores casas y es cuando empieza la desbandada e incluso la masacre, tal y como ocurrió ayer en Anfield; tal y como le sucedió a Pep en el Allianz hace una década.
Aunque, claro, eso es más fácil decirlo que hacerlo…