El jugón ya se ha dado cuenta del tremendo error que ha cometido
La peor jugada de la NBA: de equipo campeón a suplente de los peores
Es una auténtica pena. Cuando por fin había llegado a una franquicia en la que tenía opciones de disputar playoffs y sus números eran realmente buenos, todo se vino al traste. Tras varios años en la NBA, Ricky había encontrado el sitio ideal para su juego: los Phoenix Suns de Arizona. Sus medias así lo ratificaban: 13 puntos y 8,8 asistencias por partido, las mejores de su carrera.
Sin embargo, todo se truncó cuando a los Suns se les puso a tiro Chris Paul, uno de los mejores bases de la liga. Esa operación llevó al de El Masnou de vuelta a Minnesota previo paso por Oklahoma City, donde ni tan siquiera tuvo que aterrizar ni ser presentado. Phoenix-Mineápolis directo en otro de esos traspasos fugaces a varias bandas tan característicos de la NBA.
Y entonces Ricky cambió uno de los equipos llamados a llegar a las finales de conferencia (balance de 7-3 ahora mismo) en el mejor de los casos, por otro donde lucharán por no ser el peor equipo de toda la liga (actualmente el balance ya es de 2-7). Al menos, se podría pensar que queda el consuelo de que, al jugar en un equipo bastante más flojo, Ricky sumaría más minutos, y por tanto, mejores estadísticas que el año pasado en Arizona. Negativo. Ricky apenas cuenta para su entrenador, Ryan Sounders que le hace compartir minutos con Jarrett Culver.
Este año Ricky está jugando un promedio de 24 minutos por partido frente a los 30 de su carrera y tanto su anotación (6,1 puntos) como sus asistencias (5,2) están haciendo de este uno de sus años más flojos. El tiempo de Ricky en los Wolves estaba agotado tras sus primeros años allí y lo mejor que podría ocurrirle ahora es que entrase en un traspaso a cualquier otro equipo donde el entrenador le valorase en su justa medida.
Porque por si todo esto no fuese suficiente pesar, lo peor de todo es que los números de Chris Paul este año no están siendo mejores que los de Ricky la pasada temporada, lo que a buen seguro fastidia más al catalán, que de la noche a la mañana pasó de un posible equipo campeón a otro perdedor sin comerlo ni beberlo. Y es que así es la NBA…